lunes, 29 de agosto de 2011

Mi primer triatlón Olímpico



Son las 5 de la mañana, dormí mejor que para Tequequitengo; podría dormir una hora más porque la salida es hasta las 8, pero no puedo. Con los nervios, no se puede, llevo dos días soñando con este triatlón.

El camino a Veracruz fue muy tranquilo, conté más de 20 carros con el mismo destino. Nuestro hotel, Galería Plaza, fue el mismo del registro, lo que facilitó algunas cosas; raro ver los elevadores del hotel con bicicletas, pasillos de los cuartos con bicicletas; cientos de personas, todas deportistas, muchas ya mostrando en sus brazos y piernas su número de competidor.

Dejé a mis niñas en la alberca, me registré, llevé la bici a la zona de transición, me marcaron brazos y piernas. Era inmenso, tres o cuatro veces más grande que Teques y el Duatlón de la ciudad de México, no solo había chilangos, aunque sí la mayoría. Me dirigí a la junta obligatoria, en otro hotel, a 2 km de donde dejé la bici. En este momento empezaron a competir los niños de 9 años, todos traían el número 1, a esta edad no importa el lugar ni el tiempo, sólo lo hacen por jugar y que sus papás se sientan orgullosos, ellos no paran de gritar, salen a nadar 150 metros, todos mojados corren por sus bicis 4 km y después a correr 1 km. Me pareció increíble.

Ya en la junta, nos hablan del recorrido y de lo importante que es estar hidratados, entre otras cosas. Cené pasta, consomé de pollo, agua mineral y medio Powerade. Antes de dormir, mi hija y mi esposa me escribieron sus nombres con plumón permanente en mis antebrazos. Cosa de suerte y motivación.

A las 6 AM me levanté de la cama, me tomé mi licuado de proteína, agarré mis cosas y salí rumbo a la playa con un nudo en el estómago. En el lobby del hotel había mucho movimiento; ahí estaba mi amigo Víctor que vive cerca del puerto y que fue a apoyarme y a tomar fotos. Juntos caminamos a la playa. En la zona de transición empieza el ritual del triatleta: checar aire de las llantas, poner tu casco, lentes, guantes, zapatos para la bici, tenis para correr, número, gorra y GU (electrolitos, glucosa). Ya estando todo en su lugar, se dirige a la playa para calentar, pero no antes de pasar por un poco de vasenol (evitar rozaduras) y bloqueador solar.

En la playa cientos de trialonistas calentando. Recordé que en la junta me recomendaron nadar 200 metros de calentamiento, así que muy obediente entré al mar (el agua deliciosa en cuanto temperatura), dí una vuelta, salí y empecé a trotar un poco.

7:30 primera categoría, juveniles 14 a 17 años. Me acerqué a ver la salida y aprender como lo hace porque es mi segundo triatlón, pero el primero en playa: salen corriendo desde la orilla hasta que llegan a una profundidad suficiente para empezar a nadar, empiezan estilo mariposa tres o cuatro brazadas, después siguen en estilo libre. Así pasaban las categorías y los nervios aumentaban, la mía arrancaba a las 7:59 AM, son exactas las salidas y cada tres minutos sale una categoría nueva, la mía es la segunda con más participantes: 240 divididos en dos bloques, el primer bloque es el mío, con gorras de natación negras para distinguirnos.

Por los altavoces empezaron a decir que nos acercáramos a la salida, de repente estaba hasta el frente del bloque y en medio, el lugar más difícil porque estaba rodeado de atletas experimentados y por supuesto más rápidos, pero en ese momento no pensé en eso. Segundos que se hacen eternos y suena la sirena, a correr hacia la playa y a empezar a nadar 1500 metros. Es importante señalar que las playas de Veracruz son más saladas que Cancún o Acapulco, y esta extra salinidad permite mayor flotabilidad y facilita la natación. Aún así fue un chingo, pero no se me hizo tan complicado, me llevó 29 minutos, no es un mal tiempo ya que el primer lugar de mi categoría hizo 22 minutos. Llegué en el lugar 70 de los 240 que conformaban mi categoría.
Salir del agua y correr hasta la bicicleta fue cosa seria, correr descalzo más de 500 metros en asfalto caliente; las plantas de mis pies quedaron súper tersas, ni un solo callo, pero extra sensibles.

Me quité un poco de arena de los pies, me puse las calcetas a toda velocidad, mis tenis, casco, guantes, lentes y a pedalear. Afortunadamente a esa hora estaba nublado y fresco gracias a que la noche anterior había llovido; dos vueltas de 20 km sobre el malecón de Boca del Río hacia el norte de la ciudad, mucho viento y aquí se empiezan a juntar las categorías que salieron antes, los más experimentados forman sus grupos para rodar y van muy rápido. En los primeros 10 km empiezo a ver ciclistas con llantas ponchadas, pidiendo cámaras, desesperados por no poder seguir en la competencia; otros más resignados, caminando de regreso con sus bicis con cara desencajada, pero fácilmente conté a 25 competidores en mi camino.
40 km sería como ir del Zócalo de la ciudad de México a Xochimilco y de regreso, para cubrir esa distancia teníamos que dar vuelta en calles y regresar por las mismas para completar la distancia, la ventaja es que es todo plano. Tomé mi bolsita de glucosa y de verdad que no puedo con el sabor, pero no hay de otra, despacio me tomo mi glucosa, después de la primera vuelta ya me la había acabado; segunda vuelta, solo esperando que no se ponchara una llanta, ahí veo a Víctor tomando video y fotos.

Llegué a la zona de transición a dejar la bicicleta. Por más rápido que quería ir, mis piernas no respondían; 500 metros empujando la bici hasta el rack que me correspondía. Me quité casco y guantes, me puse número y visera, y a correr dos vueltas de 5 km (10km). Ahí vi a mi esposa y mi hija en la banqueta con tremendo raspado de limón, echando porras y buenas vibras, beso mis antebrazos donde apenas se alcanzan a ver sus nombres marcados porque entre el agua de mar y el sudor, se fueron desvaneciendo.

El primer puesto de hidratación fue como un oasis, vasitos de agua fría en vaso de cartón, me tomé uno en microsegundos y otro me lo vacié en la cabeza. Metros más adelante hielo, un poco más adelante Gatorade. En el circuito había 4 puntos de hidratación y en todos hice lo mismo, al kilómetro tres tomé los hielos y los metí en mis lycras. Mis piernas ni se inmutaron, al contrario, estaban agradecidas por lo que hice; algunos vecinos, tomaban sus mangueras y te rociaban de agua si querías, y por supuesto que yo lo agradecía. En la segunda vuelta mis pasos eran más lentos, y para mala fortuna salió el sol, la humedad aumentó, el calor y el cansancio por igual. En pleno sol veo a mi esposa tratando de buscar sombra y proteger a mi hija, falta una vuelta, mis piernas ya no están respondiendo, mil cosas pasaron por mi mente, una era retirarme; detuve el paso en un puesto de hidratación y con calma tomé más agua, Gatorade, y empecé a caminar… escucho gritos de ánimo. El sol cada vez calienta más y empiezo a retomar el paso, la segunda vuelta fue mortal para mí. En mis pocas carreras de 10 km he hecho menos de una hora, aquí llevaba poco más de una hora y me faltaban 4 km cuando escuché la alarma de mi medidor de frecuencia cardiaca: 202 pulsaciones; eso me hizo frenar el paso aun más: camino, corro, camino. En el kilómetro nueve veo a mi hija con una cara de “te quiero papá, pero no aguanto el sol”, al igual que mi esposa que tiene un Powerade en la mano y me lo ofrece, me tomé la mitad de un trago y nos decimos que nos vemos en el hotel. La pobre Natalia estaba cansada e insolada, más de tres horas habían pasado. Lo último que me quedaba, a correr a la meta, ¡crucé la meta!

Busqué agua fría y tomé dos botellas para refrescar mis piernas, me tomé un Gatorade. Había hieleras con cerveza y cajas con pizzas, pero no se me antojaban. Vi que había regaderas, eso sí que lo quería, 5 minutos bajo una regadera que me sirvieron para recuperarme. Fui por mi medalla, feliz por terminar, pero al mismo tiempo, no estaba contento por la carrera. Me dejó varias enseñanzas mi primer triatlón olímpico:

  • Necesito correr más
  • Necesito correr mucho más.
  • La hidratación la hice perfectamente, nunca sentí sed.
  • Aprender a andar en bici en pelotón, ahí se gana mucho tiempo; por miedo a caerme no lo hago, pero tengo que aprender y quitarme el miedo.
  • Buscar una glucosa de sabor más agradable.
  • Mi esposa tiene que aprender a nadar, ella tiene que vivir esta experiencia, me gusta verla echando porras, pero la preferiría corriendo, ella no es del tipo espectador.
  • Estoy muy lejos de un medio Ironman
  • El próximo año voy a volver a Boca del Río


1 comentario:

  1. Fuerte inspiración para quienes buscamos competir por primera vez en un triatlón. Gracias.

    ResponderEliminar